miércoles, 7 de agosto de 2013

Take it easy Larry!

Take it easy Larry!dije, buscando en lo más profundo de mi ser un tono de voz firme y eso bastó para que la bestia guardara su lengua larga y escondiera las filosas garras. Esta vez tenía la situación bajo control. Confieso que no fue fácil aprender a dominar a Larry, hubo muchos momentos incómodos y sufrí perdidas irreparables, la mayoría de mis amigos, y ¡Hasta Rachel!, terminaron largándose. En defensa de Larry debo mencionar que Rachel tenia sus propios, y en ocasiones más temibles, monstruos: Tyny, pequeña bestiecilla morada, cuerpo de salchicha inmundo, inofensivo a primera vista pero capaz de sacar de sus casillas a cualquiera y Bitchy, peludo arácnido de muchos ojos, atento siempre a todos mis movimientos, eran sus peores. Pero esta es la historia de mis monstruos, aquellos a los que conozco desde muy chico y de quienes fui aprendiendo a servirme según mi conveniencia. Las primeras victimas, mis padres, eran fácilmente manipuladas gracias a los diestros tentáculos de Bobby, luego en la escuela, mis maestros conocieron la furia de Jimmy y mis compañeros celebraron más de una vez la temible boca de Roger. Crecimos juntos y compartimos muchos malos momentos, y para ser justo también algunos buenos, pero un día tenia que terminar. Recuerdo perfectamente como los veía venir, mi pulso se aceleraba, mi vista se nublaba un poco, la sangre se me subía a la cabeza y entonces ya no era yo, sino Larry o Jimmy, a veces Bobby y casi siempre Roger. Al final siempre algo se rompía, se estropeaba, o se rasgaba y en mi interior ocurría lo mismo. El día que todo acabó manejaba a toda velocidad, acababa de tener una acalorada discusión con un compañero del trabajo, no recuerdo los motivos, y como siempre Roger me hizo salir victorioso, Larry había tomado por la camisa a aquel iluso y Bobby le había hecho retractarse de cada una de sus palabras. Salí de la oficina, dando portazos, empujando a aquellos que se cruzaron en mi camino, arranqué el coche y tomé la calle Main. No llegamos lejos, vidrios y huesos rotos, hierros y voluntades retorcidas, un poco de sangre por aquí, algo que ya no funcionaria ¡Nunca más! por allá. ¡Listo! A veces la vida te da segundas oportunidades y hay que saber aprovecharlas. Ahora ya no doy portazos ni levanto la voz, ya no paso empujando personas y algunos hasta me ayudan a subir a los lugares donde no hay rampas. A veces, según sea la situación, aun siento que mi pulso se acelera, que la sangre me hierve y me sube a la cabeza, que la visión se me nubla. Me basta un simple: Take it easy Larry!, otras veces un: Be silent Roger! Rachel decía que a algunos perros educados se les habla en ingles. Tomo el control, chasqueo los dedos, un truco que aprendí de Rachel. A ella nunca le funcionó pero para mi es: ¡infalible!

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