domingo, 3 de febrero de 2008

Bitácoras de la Extinción

Hope-01057

Apareció en la segunda década del siglo XX y mató a muchos en América del norte. Doscientos años después, llegó lo que llamamos el calentamiento global y el deshielo de los polos y de nuevo tuvimos noticias de él. Para entonces teníamos o creíamos tener ya la tecnología necesaria. La cosa salió mal y aparecieron nuevos brotes en los lugares más inesperados. La primera vez habíamos tenido suerte pero ahora estábamos perdiendo la batalla. Aquello era verdaderamente fascinante y también, como muchas cosas fascinantes, bastante terrorífico. Se comportaba como algo nunca antes visto, mutaba y hasta parecía que iba evolucionando ante las atónitas miradas de los estudiosos. Aprendimos mucho de él, mucho más de lo que habíamos aprendido desde Pasteur, pero, al parecer no fuimos los únicos y nos sorprendió descubrir que también él había aprendido algo de nosotros. Intentamos contenerle pero los antibióticos ya no funcionaban y luego llegó lo inevitable: la evacuación. La selección fue bastante minuciosa y manejamos estrictos niveles de bioseguridad. Ningún humano infectado o con indicios de infección debió abordar el Hope-01057 aquella tarde. Pero los científicos querían seguir estudiando aquello y a alguien se le ocurrió traerlo con nosotros. En el espacio, su hábitat natural, se comportó de nuevo de forma inesperada. Nuestra última esperanza era desear que alguien más tuviera las respuestas. Nosotros habíamos probado ser incapaces de contenerle así que congelamos a aquellos que aun estaban en la primera etapa de la infección y el resto nos quedamos a esperar lo inevitable. Por supuesto que nada de esto estaba programado así que no teníamos suficientes cámaras criogénicas y hubo necesidad de seleccionar a quienes podíamos brindarles esta “última oportunidad” y quienes eran, dada su insignificancia, sujetos descartables. Yo, como parte del equipo científico tenía mi lugar reservado indiscutiblemente, pero, al ver a Gabriel, quien se encuentra ya en la etapa dos y quien, según me ha dicho mientras le pongo una inyección para aliviarle de sus dolores, siempre ha soñado con ser doctor, no tengo más remedio que cederle mi lugar, con la esperanza de que un día alguien encuentre el Hope-01057 y Gabriel llegué a hacer su sueño realidad. Estoy seguro de que la respuesta estará allá afuera en algún lugar lejano, pero no seré yo quien lo resuelva. Al ver el brillo en los ojos de Gabriel se que tiene lo necesario, ya saben, aquello que yo no tengo y que me hizo traer con nosotros aquella maldita cosa.

Febrero 03 de 2008.

Comentario: Einstein dijo que solamente hay dos cosas infinitas: El universo y la estupidez humana. A veces me topo con gente que me incita a hacer la comparación y me da pena comprobar que el universo se queda bastante corto. Respecto a Gabriel, si ustedes le vieran a los ojos también apostarían que tiene lo necesario.

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